Fracasología
Posted on November 22, 2011 by admin
El éxito ha sido objeto de muchísimas investigaciones, libros, cursos y escritos, pero pocos han enfocado su interés al fracaso. Y el fracaso puede ser tan educativo como el éxito.
He leído recientemente a Malcolm Gladwell, y si bien él no lo dice, él es un experto en éxito, o exitólogo. Algunos de sus libros son “La clave del éxito”, “Inteligencia Intuitiva”, y otros no traducidos, “Blink”, “Outliers”, etc.
Busquemos en Google “éxito”, 87 millones de resultados, versus “fracaso”, 17 millones. Exitologia tiene 611, versus Fracasologia 22. En inglés igual: “how to succeed”, 171 millones.
“how to fail”, 92 millones.
Un político escapaba a las presiones de un grupo opositor diciendo: “Yo no sé la fórmula del éxito, pero sí la del fracaso. Y ésta es decirle que sí a todos”. Y así hay muchos ejemplos donde está clarísimo cómo fracasar, pero no así la forma de triunfar. Además, los que fracasan suelen publicar su mala experiencia y el método utilizado, pero los que triunfan se lo tienen bien callado.
Un tío mío decía: “Es mejor ser rico y sano que no pobre y enfermo”. Obvio. Triunfar es posible, pero a menudo hay que hacer demasiados sacrificios para lograrlo, incluso perdiendo la salud. Aunque es más fácil ser pobre y enfermo que no rico y sano, y hay quienes tienen vocación de fracaso y alcanzan este último objetivo.
La gracia está en sacar conclusiones de porqué estamos mal para pasar a estar bien. Y hacer algo, aunque sea mal, nos dá más bases para corregirlo y pasar a estar bien, que la inactividad absoluta.
No existen fórmulas para el éxito, o al menos fórmulas genéricas, aunque hay cientos de libros al respectos. En alguno de ellos leí: “Para triunfar, no gaste dinero en cosas superfluas”. Le faltó decir: “Cómo este libro”.
Los artistas suelen ser expertos en el arte de transformar fracaso en éxito. Se supone que de las penas surge la inspiración, y de ella las obras maestras. A los vendedores les enseñan que cada fracaso es un componente necesario del éxito que vendrá.
Sea porque puede revelar la clave del éxito, o por pura morbosidad, el fracaso es noticia. Los periodistas saben que el éxito atrae, pero el fracaso puede ser tema de muchos más artículos, y que el público los disfruta. Saber que alguien que triunfó fracasa genera inmediata atracción, sobre todo si el fracasado venía de un gran éxito o tenía todas las condiciones para lograrlo.
Una forma paradójica de fracasar es tener éxito, volverse famoso, huir de los periodistas y sufrir un accidente durante la huída. Hubo un modelo que para escapar a un fotógrafo huyó por los techos del restorán donde cenaba y se mató al calcular mal un salto. Y Lady Di. Hay amores que matan, y éxitos que matan…
La suerte y el éxito, y la mala suerte y el fracaso
Hay siempre quienes atribuyen sus éxitos a sus méritos y sus fracasos a la mala suerte. No es tan así. A la suerte hay que ayudarla. Y muchos exitosos nos revelan que fracasaron muchísimas veces antes de triunfar. En cambio, ningún fracasado reconoce que triunfó muchas veces antes de fracasar. Más bien, intentaron una vez, les fue mal, y allí se quedaron lamentándose.
Alguna gente realmente tiene mala suerte. Una amiga decía “Yo tengo tanta mala suerte, que si me siento en un pajar, me pincho con la aguja”. Es posible. Yo no suelo sentarme en los pajares, por las dudas, además de que no creo haber visto un pajar en mi vida, como la mayoría de los lectores. Pero hay gente con vocación de fracaso que aún así se las ingenia para pincharse el trasero con la famosa aguja extraviada.
En una nota anterior hablé sobre mi curso EMPRETEC de Emprendedor Tecnológico, donde enseñaban las características del emprendedor exitoso. Yo dije en ese momento que yo tenía todas las características del emprendedor exitoso, excepto el éxito. Qué gracia. El éxito es esquivo, miserable y fugaz, y sus muchas ausencias están cubiertas de su negación, el fracaso, abarcativo, siempre listo y duradero. Pero aún así hay que buscar el elusivo éxito y no resignarse al obvio fracaso.
La suerte tiene sus reglas, y en un casino es donde más fácil se las puede medir. Ya sea en las máquinas tragamonedas, el blackjack o la ruleta, el fracaso está garantizado y administrado en baldes, mientras que el éxito va por cuentagotas. Eso sí, se lo muestra con ostentación, para engañar a los ilusos que no han estudiado matemáticas ni las ley de las probabilidades, siempre a favor del casino.
El casino es la forma más segura y rápida de llegar al fracaso, salvo para los dueños del casino y para los tramposos, que se las ingenian para que las chances jueguen ampliamente a su favor.
Tomando el fracaso en broma
El fracaso es una excelente fuente de temas para los humoristas. Desde reírse de una persona que resbala en una cáscara de banana hasta las bromas sobre náufragos, todas las calamidades pueden (y quizá deben) tomarse en broma.
El humorista Gary Larson, a quien injustamente no se difundió mucho en español, hizo un chiste sobre el fracaso que antecede al éxito…
Warren dice: “Vamos papá, dispárale a la manzana, dispárale a la manzana, dispárale…”. Y el epígrafe leía: “Aunque la mayoría de los historiadores lo desconoce, Guillermo Tell tenía un hijo más grande y menos afortunado llamado Warren”. Obviamente el prematuramente fallecido Warren fue el fracaso que llevó a su padre al éxito que lo hizo famoso.
El fracaso es una fuente interminable de temas para humoristas. Cuando el fracaso es demasiado grande, sospechamos que puede ser una broma, y la risa nos permite evitar la tristeza de una gran tragedia.
Por ejemplo, en esta viñeta de Gary Larson donde un piloto de avión se pregunta: ¿Qué hace una cabra montañesa en una nube como ésta?
Un memorable sketch de Mr.Bean muestra al protagonista que mete la mano en un jarrón y no la puede sacar. Una enfermera lo dirige a una cierta sala del hospital, donde esperan otros pacientes con problemas parecidos: uno que metió el pie en un recipiente y no lo puede sacar, otro que metió la cabeza en una pecera, etc. Es gracioso ver a otro fracasar, y más aún, a muchos otros. El tonto va al hospital, y lo envían a una sala entera dedicada a los tontos, algunos peores que él.
En el Manual del Perfecto Fracaso el economista H.Dorsey explica como fracasar en una obra arquitectónica, con la intención real de mostrar errores comunes en la profesión. Me hubiera gustado un Manual del Fracaso General y Universal, donde alguien devele los principios comunes y generales del fracaso, que a su vez develen el camino del éxito.
Psicología del Fracaso
Hay psicólogos que asesoran a equipos deportivos, tratando de imbuírles la mística del éxito. No hay una especialidad psicológica que cubra esa actividad, y seguramente estos especialistas buscan el germen del fracaso y tratan de combatirlo. Los psicoanalistas hablarán de evitar el éxito para no emular al padre, o de miedos ocultos a las posibles consecuencias del éxito.
Los psicólogos que tratan drogadictos son una especie de “fracasólogos”, porque se dedican a los adictos, esos fracasados profesionales, especializados y a tiempo completo. En menor grado, comparten esos honores con los fumadores, obesos y otros que se causan daño a sí mismos en forma voluntaria y continua.
Los profesionales que tratan temas vocacionales también lidian con el fracaso. A menudo ocurre que un profesional con buenas chances de éxito sufre una crisis vocacional y hace un cambio a otra carrera donde el fracaso es más seguro. O un estudiante abandona los estudios faltándole muy poco para terminar.
Es el éxito necesario para la felicidad? Vale la pena dedicarse a algo que a uno no le gusta para triunfar, o es mejor hacer algo que trae satisfacciones personales, aunque no tenga reconocimiento en términos de fama o dinero? Es siempre una disyuntiva difícil, y el psicólogo puede orientar pero no resolverla por el sujeto que la sufre.
El amor es otro terreno donde abundan los fracasados profesionales y contumaces. Para cualquiera que los vé de afuera la causa de su fracaso es obvia: eligen parejas muy jóvenes o viejas, muy lindas o muy feas, apuntan mal y concretan peor. O le buscan defectos a la pareja perfecta, o ignoran los defectos de la pareja más imperfecta. Porqué lo hacen?. Ellos lo sabrán, y hacérselos ver es la tarea del psicólogo-fracasólogo. Fracasar en el amor varias veces puede ser divertido, pero a la larga es frustrante.
Un tema aparte es la psicología de la depresión y el suicidio, formas extremas del fracaso. Es frecuente que haya una causa hormonal o nerviosa, a veces al alcance del tratamiento psiquiátrico. Sería bueno pensar que así como existe una “glándula del fracaso” también puede existir una “glándula del éxito”.
Un psiquiatra escribió esta nota sobre Psicologia del fracaso, rescatando el efecto docente y madurativo de los fracasos. Puede servir de consuelo para el fracasador crónico, aunque sería mejor que sirva de estímulo para el triunfador en potencia.
Fracaso en la Web
Muchas páginas web fracasan en conseguir la atención del público, a pesar de que su contenido es valioso, relevante y bien presentado. Desde el punto de vista de Google, que se basa en un software sofisticado y cambiante, pero conocido para los expertos, el fracaso es mal posicionamiento. En otra nota hablé sobre como detectar si Google aplicó una penalidad al sitio y lo está posicionando muy por debajo de lo que le corresponde, o de la posición que tenía antes de la supuesta penalización.
Las penalidades que aplican los motores de búsqueda están relacionadas con una variedad de factores, algunos relacionados con el abuso de ciertas técnicas de posicionamiento.
No es lo mismo fracaso que falta de éxito. Con la enorme cantidad de competencia que hay en la Web para casi cualquier tema, es muy difícil obtener un posicionamiento suficiente como para ser notado y recibir la atención del público. Se podría decir que para un sitio web la regla es el fracaso, y que el 99,99% de los sitios pasa desapercibido y debe recibir apoyo económico del dueño para mantenerse en el aire. Una pequeña fracción de sitios gana dinero suficiente para salir parejo y una mínima proporción logra ganancias. Los comercializadores de sitios web son los profesionales a recurrir para evitar el fracaso en esa tarea.
En ocasiones, un sitio se las ingenia para conseguir muchísimo tráfico en poco tiempo, y ese tráfico es más de lo que soporta el servidor. En consecuencia, el sitio se cae y quienes lo buscan encuentran un error. El costo de mantener un servidor depende del tráfico que recibe, y si la estrategia de éxito en las visitas no se acompaña de una adecuada monetarización, el éxito se convierte en fracaso. Le ha ocurrido a muchos, así en la web como en la vida real. El sitio Grippo de clasificados de negocios casi fracasa en sus principios porque tenía tantas visitas que el costo del servidor era 4,000 dólares al mes, en época de escaso ancho de banda y pocas ventas. Luego revirtió esta situación, basado en el alto valor de los visitantes que buscan comprar y vender. En comparación, los sitios para adultos tienen alto tráfico pero de muy escaso valor, ya que la mayoría de los usuarios son “voyeurs” sin intención de gastar dinero, o adolescentes con intención pero sin tarjeta de crédito. Convertir tráfico en dinero no es fácil, y si bien Google Adsense es una solución sencilla, no es la más eficaz.
En la web, el éxito tardío puede ser igual al fracaso. La competencia es feroz y conoce nuestros errores, y por eso puede prevenirlos. Copiar es fácil y barato. No volverá a ocurrir un caso como Van Gogh, cuyas obras se valorizaron después de muerto. Un sitio de calidad pero mal promovido, pasará desapercibido para los compradores pero no para los imitadores.
Esta nota apenas escarba la superficie del amplio y complejo tema de la Fracasología. Si tiene éxito tengo que continuarla, y si fracasa, obviamente, también…
(esta nota es continuación de Exitología, en este blog)
Serapio Sergiovich